Taller de Escritura Creativa, orientado a:
Escritores vocacionales, entusiastas de la lectura, aficionados a la literatura y, en general, todos aquellos que quieran iniciarse en el arte de la escritura creativa, aprender sus rudimentos y compartir con otros sus escritos. Se trata de un taller de iniciación por lo que no es necesaria experiencia previa como escritor, tan sólo se requiere la vocación de plasmar por escrito nuestros pensamientos, emociones y aquellas historias que nos bullen en la imaginación.
- Imparte: Antonio Marín Ureta.
- Duración: 13 sesiones de 2 horas de duración. Todos los miércoles de los meses de abril, mayo y junio.
Precio: 70 euros. 10% de descuento para pagos de matrícula en un solo recibo y personas desempleadas o en ERTE (previa acreditación de esta condición). - Plazas: mínimo de 5 y máximo de 10 alumnos.
Descripción:
La práctica de la escritura creativa implica, más allá del aprendizaje de unas habilidades técnicas, una reflexión permanente sobre todos los aspectos de la vida. No solo aprendemos a escribir mejor, sino que perfeccionamos también las otras destrezas comunicativas al intercambiar y compartir con otros nuestras ideas y razonamientos. Aprender a escribir significa aprender a organizar ideas, construir textos con coherencia lógica, adaptar el estilo según el destinatario, el tema tratado y el tipo de texto.
En este Taller de Escritura Creativa, el alumno podrá compartir lo que escribe con gente que tiene sus mismos intereses y recibirá opiniones constructivas y formadas, que le ayudarán a mejorar. Gracias a eso, el alumno se verá motivado e irá descubriendo cuáles son sus puntos fuertes y qué debe cambiar, unirá la teoría a la práctica, respetando su personalidad y su propio estilo. No se trata de que deje de ser él mismo, sino de que lo sea de la mejor manera posible. Al contrario que otros talleres de escritura en los que los únicamente se trabaja a través de los ejercicios y escritos de los alumnos, este taller contempla una parte teórica en la que se revisarán los fundamentos de la técnica narrativa.
Así, en cada sesión se revisarán algunos de los aspectos fundamentales de la creación literaria, con una breve exposición teórica de no más de media hora de duración. También nos apoyaremos en lecturas de diferentes autores que nos ayuden a visualizar, de forma práctica, los conceptos tratados y la solución de los maestros para los mismos. Y, por supuesto, realizaremos una serie de ejercicios prácticos para trabajar, en el mismo taller, esos aspectos. Además, se propondrán ejercicios y se aportarán algunos temas para trabajar fuera del taller. De esa forma, en cada sesión los alumnos leerán en clase sus escritos, ya sean resultado de esas propuestas o sobre cualquier otra temática que éstos prefieran. Tanto el profesor como el resto de alumnos comentarán estos ejercicios, ofreciendo su opinión libre y constructiva como lectores, pero siempre partiendo desde el principio básico de que no existe un estilo, género o temática mejor que otros y que todos son igualmente válidos. El profesor, con sus comentarios, también tratará de resaltar, profundizar y analizar los aspectos referentes a estilo, ritmo, personajes, técnicas narrativas, etc.
Temario general:
- Por qué escribir. Consejos previos. El bloqueo.
- Estructura de las historias.
- El narrador.
- Verosimilitud.
- Los personajes y el punto de vista.
- Los tonos, el registro y la atmósfera.
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El Profesor: Antonio Martín Ureta
Nacido en Madrid, en 1969. Después de media vida dedicado a otros menesteres, en el año 2014 decide dar rienda suelta a su vocación y hacer lo que siempre ha querido hacer: escribir.
Rompe con su vida profesional y se matricula en el Master de Narrativa de la Escuela de Escritores, donde termina su primera novela, que obtiene la clasificación de Sobresaliente por el profesor y escritor, Ignacio Ferrando.
Antes de eso, durante años fue alumno de talleres de escritura creativa, relato y novela en escuelas de escritura como el Taller de Escritura de Madrid, Fuentetaja, etc. y con escritores de prestigio como Ángel Zapata, Javier Sagarna o Espido Freire.
Desde entonces ha impartido talleres de escritura creativa para jóvenes y para adultos, realizando labores de asesoramiento y corrección de novelas para diversos autores noveles. También ha trabajado durante dos años como gestor del espacio cultural Cafebrería ad Hoc, de Pozuelo de Alarcón, donde también fue asesor cultural y profesor de escritura creativa para Escuela de Escritores, tanto para adultos como para jóvenes.
Actualmente compatibiliza su trabajo de escritor con la impartición de diversos talleres de escritura, relato y microrrelato, en Madrid y en otras ciudades como Toledo o Ávila y tanto a través de la Escuela de Escritores como por su cuenta. Asimismo, es co-creador del ciclo de talleres, Escribir en el Cigarral, en Toledo, que este año afronta su tercera edición.
Ha publicado relatos en diversas antologías y su primera novela está en vías de publicación.
Entrevista a Antonio Martín Ureta
¿Qué te sugiere la frase «El escritor nace, no se hace»? ¿Crees que se puede aprender —y enseñar— a escribir?
Sin duda, el escritor se hace. Pienso que para escribir hace falta tener algo que decir y saber cómo hacerlo. Y ambas cosas nos vendrán dadas por nuestra experiencia, nuestras lecturas… y por el aprendizaje. Claro que se puede aprender y enseñar a escribir. A lo mejor no tanto a tener una visión del mundo que interese al lector, pero sí desde luego a saber expresarla, lo que es el oficio de escritor.
¿Qué significa para ti tu labor como profesor? ¿Cómo y por qué comenzaste a impartir clase?
Es algo que me gusta incluso más que escribir (bueno, no tanto, no exageremos), porque me permite reflexionar y compartir con otros algo tan apasionante como son la literatura y el arte de escribir. Supongo que empezar a dar clases fue el camino lógico después de tantos años asistiendo a talleres, donde me di cuenta de que aprendía casi tanto analizando los textos de mis compañeros como con los comentarios del profesor. Y me gustaba.
Después de terminar el Máster, la Escuela me dio la oportunidad de incorporarme como profesor, aunque antes ya había hecho mis pinitos asesorando en novelas y dando cursos para adolescentes.
¿Cuáles son las peculiaridades de tu metodología, aparte de la mecánica común a todos los talleres? ¿Te sientes libre a la hora de aplicar tu criterio pedagógico?
No sé si realmente tengo una metodología particular. Trato siempre de adaptarme al nivel y los intereses de los alumnos con los que trabajo, como supongo que hacemos todos. No es lo mismo trabajar con escritores expertos con los que deberás incidir más en la técnica, que con principiantes con los que tratarás, sobre todo, de mantener su pasión y la ilusión por la escritura, evitando que se desanimen. Eso sí, aunque no soy muy partidario de cargar las tintas con la teoría, sí que intento siempre que mis alumnos reflexionen sobre el proceso de la escritura.
Reconozco que esa es una de mis pasiones y supongo que eso se notará en mis clases. Por supuesto me siento libre de aplicar mis criterios. Si no, no creo que estuviese aquí.
¿Consideras la enseñanza como un intercambio? ¿Qué te enseñan tus alumnos?
Por supuesto aprendo de mis alumnos, creo que siempre debes mantener la mente abierta para aprender, y más en algo como la escritura, donde no existen las recetas mágicas. Pero, dicho esto, nunca olvido que mi posición es la de maestro y la suya la de alumnos, así que es mi responsabilidad enseñarles para que ellos aprendan y no al revés.
¿Cuáles son las cualidades necesarias, según tu opinión, para ser un buen profesor de escritura?
Si se trata de hacer una relación pormenorizada, te diría que saber escuchar, al alumno y al texto, tener una buena capacidad de análisis y mantener siempre la mente abierta. Y siempre, siempre, tener claro que tú no estás ahí para juzgar lo que el alumno quiere contar, sino solo para ayudarle a lograr que eso que quiere transmitir llegue al lector tal y como él quiere que llegue.
Dentro de tu campo didáctico, ¿en qué partes te gusta profundizar?
Reconozco que, por mis gustos literarios, me he ido haciendo cada vez menos amigo de los meros alardes técnicos o estéticos, por lo que me gusta incidir en todo aquello que juegue a favor de la historia, tanto la que se ve como la oculta, la trama. Por eso, me interesan especialmente la estructura, la creación de personajes, la precisión en el lenguaje y el manejo de la información dentro de la historia.
¿Qué les pides a tus alumnos cuando comienza el curso? ¿Y cuándo termina? ¿Cuál es tu nivel de exigencia?
Bueno, esto no es el colegio, ni siquiera cuando trabajo con adolescentes. Un taller es un sitio al que el alumno viene porque tiene una pasión, que es escribir. Más que exigir al alumno, me exijo a mí mismo. Que salga comprendiendo mejor de lo que comprendía el proceso de la escritura, qué es lo que funciona y qué es lo que no, y por qué. Y que no haya perdido ni un ápice de la pasión que traía al empezar.
Eso sí, les pido que trabajen, que escriban cada semana y que lean. Y reconozco que soy bastante intransigente con las chapuzas, con lo que se escribe sin cuidado. Como siempre les digo, si tú no respetas tus textos, no puedes pedirle al lector que los respete por ti.
¿Qué clima te gusta y procuras que se cree en tus grupos de trabajo?
Mi gran obsesión en ese sentido es que el alumno sienta que tiene asegurada una completa libertad creativa, que nadie va a juzgar qué es lo que escribe sino solo si funciona y por qué. Si tú ya tienes asegurado ese clima de respeto y confianza en el grupo, lo normal es que el ambiente sea bueno; al fin y al cabo estás trabajando con personas a las que les une una misma pasión y que está dispuesta a desnudarse delante de un papel.
¿Qué opinas de los concursos literarios? ¿Y del afán de publicar?
Creo que todo aquel que escribe lo hace pensando en que lo lean, si no nadie se molestaría en coger la pluma o el ordenador y nuestras historias se quedarían en meras ensoñaciones. En ese sentido, el afán de publicar no solo me parece lógico y normal, sino también algo sano.
Ahora bien, no hay que olvidar que la situación del mundo editorial es la que es y publicar no es siempre una cuestión de calidad o de talento, sino que influyen otros muchos factores. No conviene obsesionarse ni desanimarse si no se consigue o si las oportunidades tardan en llegar. En ese sentido, los concursos pueden ser una buena manera para conseguir publicar si eres un escritor que aún no ha podido hacerse un nombre o que tiene un estilo no muy comercial.
¿Cuál es tu escritor favorito? ¿Por qué?
Me considero un lector bastante ecléctico y no tengo un estilo, género o época favorita. Además, dado que trabajo en un espacio que, entre muchas otras cosas, es una librería, tengo la necesidad (y la oportunidad. Y el placer) de leer prácticamente de todo. Lo mismo mezclo relato y la novela realista con el género (prácticamente cualquiera), el ensayo o, un poco menos, la poesía. Y lo mismo en cuanto a las épocas y los estilos.
Sí reconozco que en los últimos tiempos estoy tendiendo más a buscar escritores que potencian la historia y el personaje frente aquellos que buscan la brillantez formal. He disfrutado especialmente de la aparente sencillez de un Stoner de John Williams, las historias íntimas de Ann Tyler o de todas las novelas de Kent Haruf.
Y como escritor, ¿cómo te definirías?
Creo que soy más escritor de relato que otra cosa, aunque es cierto que en este momento estoy terminando mi segunda novela. Soy más dado a las pequeñas historias del día a día que a las grandes epopeyas. Y en cuanto a estilo, me gusta el realismo y creo que mi prosa
es muy sobria. Tal vez demasiado. Una de las cosas que más me interesa es la elaboración de personajes que me ayuden a indagar sobre las debilidades del ser humano; la cobardía, el egoísmo, lo mezquino… No quiero pensarlo demasiado, pero me temo que si todos esos temas me interesan tanto tal vez se deba a que me veo reflejado un poco en ellos.