Veinte años han pasado desde la primera novela de J.K Rowling.
La piedra filosofal, nos presentaba a un crío de once años que vivía bajo la alacena, aterrorizado por su orondo primo y maltratado por el complejo de inferioridad de una tía que se tubo que hacer cargo de un niño especial.
«¡Será famoso…una leyenda…no me sorprendería que sea conocido en el futuro como el día de Harry Potter…escribirán libros sobre Harry…Cada niño en el mundo conocerá su nombre!», le gritó la profesora McGonagall a Dumbledore en la calle Privet Drive en las primeras páginas de Harry Potter y la piedra filosofal.
Y que razón tenía, la vetusta profesora, el niño que sobrevivió se hizo famoso y que hizo famosas las gafas rotas de pasta y la cara marcada con la una cicatriz que simbolizaba el amor desinteresado.
Veinte años, siete libros, ocho películas y por ahora dos precuelas, más un impresionante merchandising, han hecho de este personaje un referente de la lectura infantil y juvenil y uno de los libros más recomendados por padres para iniciar a la lectura adulta a niños reacios a abrir un libro.
J.K Rowlin ha seguido escribiendo (bajo el seudónimo de Robert Glabraith), habiendo abandonado al personaje a su suerte, tras librarle de su mayor enemigo, y aunque no con tanta suerte, pero con la misma maestría.
Hoy por hoy no existe un personaje con la misma proyección y vida que permita sustituir lo que Harry Potter hizo con una generación.