El trabajo en una librería no resulta tan idílico como puede parecer desde fuera. Lo garantizo. Pero no lo cambio por otro, también lo digo. Es divertido y ameno, te hace sentir útil, pero tiene ciertos picos de estrés que jamás podría uno imaginarse desde fuera. También tiene ciertas rutinas que podemos descuidar para no romper la dinámica de trabajos. Por ejemplo, las famosas devoluciones, que tanto detesto, pero que resultan vitales para el buen funcionamiento de una librería.
Otra de las rutinas es elegir las novedades. Esta tarea hay que desarrollarla con una cierta antelación. El proceso es el siguiente: yo elijo todas las novedades susceptibles de ser interesantes para la librería, y luego, de todas ellas (el volumen de novedades es casi inasumible e inabarcable para una pequeña librería como la nuestra: otro día hablaremos de ello), elijo las diez o quince más relevantes. Esta selección se la hago llegar a la empresa que nos lleva las redes sociales y crea de manera preventiva publicaciones en Facebook, de manera que uno o dos días antes de la publicación de una de esas novedades estrella, aparezca la publicación que recuerda su inminente puesta a la venta para los lectores interesados. Marketing, vamos. Resumiendo: a finales de enero yo doy esta información a nuestra community manager, y ella genera las publicaciones de marzo (no le gusta que le pille el toro, no…) y las deja programadas para los días correspondientes.
Ahora, con todo esto del confinamiento y la cuarentena, la mayor parte de las editoriales, grandes y pequeñas, han cancelado todos sus lanzamientos, sin fechas previstas (ya que no sabemos, en realidad, cuando va a acabar todo esto). Y desde mediados de marzo, todas las novedades de Planeta, Penguin, Anaya, etc. se han suspendido “sine die”. El pasado martes, 31 de marzo, recibí una sorprendente llamada de Penguin Random House, en la que me exhortaban a eliminar una publicación de Facebook en la que se decía que el libro “La ciudad que nos unió”, de N. K. Jemisin salía a la venta el 26 de marzo. Se nos debió pasar, en su momento, eliminarla. Pero me pareció “fascinante” que alguien, con la que esta cayendo en España en general, y en el mundo editorial en particular, esté en su casa de Madrid o Barcelona, confinado, y se dedique a rastrear redes sociales para vigilar las publicaciones sobre las novedades de su propio sello editorial, y la fecha de salida que anuncia dicha publicación… De nuevo, marketing, al fin y al cabo, del que uno de los beneficiados son ellos mismos. No se puede entender.
Y claro, te pones de muy mala leche. Las librerías como la nuestra están preocupadas de ver como encaran esta delicada situación, que puede acabar con decenas de establecimientos cerrados de manera definitiva, y un directivo o no sé quien, como máxima preocupación, tiene vigilar que el contenido que las librerías, con tal de mantener un mínimo de actividad virtual, publican en redes sociales. Entiendo que para este tipo es mucho más importante esas cuestiones que preocuparse por cuantas librerías quedaran abiertas después de este holocausto cultural, pero en fin, la tontería campa a sus anchas, y ni siquiera en tiempos de crisis tiende a menguar.
Por eso, tengo que acordarme hoy de una editorial más bien pequeña e independiente, pero ya muy bien aposentada en el mercado literario español. Nació en 2006 y su nombre delata la idea editorial que se esconde detrás de sus libros: poner en el foco a la literatura nórdica (de la que soy fan declarado…). Me estoy refiriendo a Nórdica Libros. Claro, como el fondo nórdico podía quedar un poco escaso para garantizar su supervivencia, han ido creando más colecciones para abrir el abanico de libros a editar: colecciónilustrados (libros ilustrados para adultos), colecciónotraslatitudes (textos fundamentales de la literatura universal), colecciónminilecturas, y más recientemente, nørdicacómic, nørdicainfantil y nørdicateatro.
¿Y por qué me acuerdo de ellos? Me acuerdo por muchas razones. Porque tienen un catálogo excelente, como pocos en España. Y un catálogo arriesgado, porque no se ve por las calles a miles de lectores de Knut Hamsun o Kjell Askildsen con sus libros en las manos. Porque editan con un gusto exquisito. Porque están muy pendientes de aquellos que tienen que vender sus libros (algún día, las editoriales, en general, se darán cuenta que sin librerías, no tienen razón de ser…). Y porque en estos días de desesperanza y tristeza, han sacado una campaña de apoyo a las librerías que casi hizo que se me saltaran las lágrimas. He aquí la imagen:
Desde Hojablanca, sólo podemos agradecer a Nórdica Libros esta campaña y la preocupación constante por las pequeñas librerías, por esos mails repletos de ánimos y buenas intenciones que llegan todas las semanas. Y no solo en estas de tristeza y opacidad. Nórdica mantiene un excelente trato con las librerías antes del CoVid 19, y estoy seguro que seguirá haciéndolo, más y mejor, después de que acabe esta pesadilla. Con las que quedemos en pie, claro…