Qué leer cuando trabajas en una librería y tienes a tu disposición todo un mundo de posibilidades. Abrumada ante el panorama me dedico a observar a mis compañeros. Discretamente espío a Victor, por el rabillo del ojo y como, después de haber revisado las novedades en los catálogos, siempre señala con un post it algún título y lo traspasa a su sempiterna libreta de escritor.
Le he cotilleado, como quien no quiere la cosa y he visto que había apuntado un par de títulos: «El frío de la muerte«, de John Connolly y «El tribunal de los pájaros«, de Agnes Ravatn, dos caras opuestas en el mismo género, el thriller de acción y el psicológico
He aprendido que Rocio, en cambio, hace una lista mental de todo aquello que debe dejar para las vacaciones, porque durante el resto del año «no le da la vida» para leer y como a ella le encanta, además, la literatura de para niños, este año ha apuntado en su lista, La isla de Abel, de Blackie Books, y «Mi miedo y yo» de Impedimenta editorial. El primero una obra maestra de la literatura infantil y el segundo un libro fantástico para hablar de este sentimiento con los niños.
Sergio en cambio como buen artista, improvisa sobre la marcha, aunque ya le ha echado el ojo a la novela gráfica «Soldados de Salamina» para amenizar las calurosas noches toledanas, mientras descansa en su terraza y busca la inspiración en los tejados de la ciudad.
Y el misterioso Jesús, de vez en cuando se deja caer en la librería y sugiere como el que no quiere la cosa, la lista de lo que se va a llevar a sus vacaciones, eligiendo el titulo en función de sus viajes. Pero me ha dicho que hasta que no vuelva de su retiro gallego, no me habla de Domingo Villar y su «Ultimo Barco».
Yo, hasta ahora, no había entendido eso de dejar libros para el verano, porque cuando encontraba un libro y me lo llevaba y apenas había llegado a casa cuando ya lo había empezado. Pero cuando tienes a tu alcance todo un mar de páginas, tienes que dejar para luego algunas cosas, así que repasando lo que tenía abandonado por falta de tiempo en la estantería voy a empezar con «Sin corazón» de Mary Balog y además me he preparado la reedición y revisión de Villette de Charlotte Brontte, dos autoras clásicas de la literatura romántica, que con dos siglos de diferencia logran reproducir el ambiente victoriano en el que se mueven las protagonistas.
Por ello si, como yo, nunca lo habías pensado o si aun no has hecho la lista o si la tuya está escasa o si no sabes que leer o si no te apetece pensar, prueba lo que te sugerimos, y nos dices, siempre estamos atentos a las sugerencias para enriquecernos unos a otros