Los orígenes del Día Internacional de los Trabajadores se remontan al año 1886, en Estados Unidos. En esa época los trabajadores iniciaron una lucha para reducir la jornada laboral a 8 horas. El único límite que existía era el no hacer trabajar a una persona más de 18 horas sin causa justificada y la consecuencia era una multa de 25 dólares.
El sindicato mayoritario inició una huelga ,a partir del 1 de mayo de 1886. En Chicago, los enfrentamientos entre la policía y los trabajadores fueron especialmente duros y sangrientos.
Tras varios días de huelga, el 4 de mayo se convocó una concentración en la plaza de Haymarket, con una tensión creciente. Ese día un artefacto explotó en la plaza, resultando muerto un policía. Hubo muchos detenidos, de los cuáles cinco de ellos fueron condenados a la horca: tres periodistas, un tipógrafo y un carpintero. Se les conoce como «los mártires de Chicago».
En honor a la lucha por la jornada laboral de 8 horas y en memoria de los trabajadores de Haymarket, el 1 de mayo se celebra el Día Internacional de los Trabajadores.
Desde Hojablanca os recomendamos estas lecturas relacionas con el trabajo, que seguro no os dejaran indiferente, disfruta de la literatura.
Esclavos del trabajo
Daria ha decidido irse de Polonia para huir de un padre violento y hacer borrón y cuenta nueva. Tras una temporada en España, se traslada a la localidad sueca de Malmö, donde se apunta a una escuela de cómic, ansiosa por emprender una nueva vida. Pero allí le espera una pesadilla kafkiana de trámites administrativos, y para subsistir no le queda más remedio que aceptar un empleo de camarera con un sueldo de miseria y sin contrato.
Mientras acumula horas de trabajo, cansancio y desamores, le va creciendo por dentro un imparable sentimiento de rebeldía ante la injusticia, y decide dar un puñetazo en la mesa y luchar por sus derechos y los de sus compañeros.“Se dice que la esclavitud acabó hace cien años…”, reflexiona Daria, mientras observa un viernes por la noche a los hípsters de Malmö pidiendo comida en el restaurante indio donde ella y sus compañeros bangladesíes se dejan la piel por unas pocas coronas la hora;“¡No quiero ser una esclava!”, exclama, rotunda, al acostarse en su habitación sin ventana.
Tea Room: mujeres obreras
Corren los años treinta en Madrid y las trabajadoras de un distinguido salón de té cercano a la Puerta del Sol ajustan sus uniformes para comenzar una nueva jornada laboral. Antonia es la más veterana, aunque nunca nadie le ha reconocido su competencia. A la pequeña Marta la miseria la ha vuelto decidida y osada. Paca, treintañera y beata, pasa sus horas de ocio en un convento y Laurita, la ahijada del dueño, se tiene por una «chica moderna». Únicamente Matilde tiene ese «espíritu revoltoso» que se plantea una existencia diferente. Todas trabajan por un salario de hambre y una absoluta falta de expectativas.
Están acostumbradas a callar: frente al jefe, frente al marido, frente al padre. Su vida se traduce en esta reflexión de Matilde: «Diez horas de trabajo, cansancio, tres pesetas». Autora sinsombrero de la Generación del 27, Luisa Carnés escribió esta portentosa novela social rompiendo los esquemas narrativos de la época. Una voz fundamental para acercarnos a la realidad de las mujeres españolas de comienzos del siglo xx.
No tengo tiempo
La demolición de los derechos de los trabajadores se observa en el lenguaje de la economía on demand: no trabajas para, sino que colaboras con; no te despiden, te desconectas; no te controlan, te valoran. Nos hemos convertido en pilas que fabrican datos, braceros de la información, jornaleros del consumo. Vivimos la servidumbre cotidiana como si fuera una actividad liberadora.
La vida y el trabajo se integran, no se concilian, y las relaciones sociales capitalistas colapsan las arterias sociales con ese colesterol llamado «mercancía». Si todo depende de lo que pasa, nos convertimos en esclavos de la coyuntura, siempre disponibles por lo que pueda llegar a pasar en un mundo donde nos acaba pasando de todo. Este es el laberinto que tenemos que resolver: el tránsito que va del «no tengo tiempo» a la sociedad del tiempo garantizado.